Café
Ella
estaba preocupada por sentirse perdida. Sin recalcar mucho mis
palabras, como diciéndolas para mi mismo, y sin mirarla directamente,
observando por sobre su hombro le dije que ese no era el problema. Que
estar perdido no es mas que la oportunidad de volver a encontrar un
camino, y que debía tomarlo como una oportunidad. Recuerdo que se quedó
callada pensando y yo no dije nada mas. Esos minutos que pasaron
mientras estábamos en silencio, ese instante, sirvió para comprender que
una amistad estaba naciendo entre nosotros.
Volví a hablar, esta
vez para alabar las medialunas que servían en ese café. Ella dijo que
sí, pero su voz ya no sonaba como antes. Algo dentro de ella había
cambiado; en consecuencia, mi percepción de ella también lo había hecho.
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