lunes, 8 de octubre de 2012

El comienzo

Como toda idea se origina en un punto difuso. Es la interconexion de un entramado de recuerdos, sensaciones y estímulos recibidos durante algún periodo de tiempo que de alguna manera se aglutinan creando algo nuevo. En cierta medida para que podamos crear, necesitamos invariablemente estar sumergidos en un mundo de ideas y sensaciones que nos preceden. Cómo funciona esa selección es todavía motivo de desconocimiento. Hay una disputa que los atribuye a factores biológicos, psicológicos y culturales. Sin embargo el punto de vista de cada uno de estos no basta para una explicación. Mucho menos me explico de qué manera puedo pasar esa abstracción teórica a mi experiencia personal.

La pregunta por la creación me invadió ayer en el sueño, por lo que estoy escribiendo sobre esto ahora aunque no recuerde haber soñado. Siempre pensé que somos prisioneros de cosas que están por fuera nuestro, que la vida es una lucha entre la prevalencia de lo interno por sobre lo externo, o viceversa.  Y creo que el hecho de que un sueño me obligue a escribir sobre él viene a confirmar parte de verdad sobre esa afirmación. 

Pienso en que el día anterior no fue atípico en ningún sentido, pero siento lo contrario. Una caminata por las sierras a la tarde junto con mi perro vino a ser lo desestructurante de un día que se me pasó rápido. No se a que se debe que ayer no transcurriera con el pegajoso andar que la rutina le impregna a los días que suelen significar comunes. Un día mas. Otra vuelta de la tierra alrededor del sol. Sin embargo, y por algún motivo que escapa a mi entendimiento, ayer fue distinto.

Mientras intento seguir escribiendo me detengo a contemplar la biblioteca, voy y vengo paseando frente a los libros como si de ellos pudiera salir algún rayo que transmute mi creatividad. Mis ojos se detienen sobre un titulo " La Metamorfosis" de Kafka. Mutatis mutandi era la expresión en latín que llamaba a cambiar solo que aquello que fuera necesario. La metamorfosis, difiero, no es una cuestión de voluntad transformadora especifica. Así como en Volver al Futuro, todo cambio por mas pequeño que sea necesariamente es la parte de un cambio estructural. Me asusta mi tendencia al conservadurismo en estas cuestiones. Aunque para mis interiores me tranquiliza saber que mi deseo por el status quo viene a ser esa sensación que conseguí al dejar el ruido del mar y venir al silencio de la montaña. Y cuando pienso en metamorfosis, recuerdo la metáfora de la chica que luego de hermosa se transformó en un puñal. Lo que dió de comer a muchos novelistas, escritores, dramaturgos, cineastas, gurués de lo emocional y etcs. Es decir que el (des)amor es el motor de la historia, o por lo menos de la economía de buena parte de la gente (¿que hubiera sido del genio de Goethe sin Werther?).

Volviendo a lo sucedido ayer, lo que sería en términos mas concretos volver al pasado, me acuerdo de algo llamativamente extraño. Antes de dormirme, mientas estaba con los ojos cerrados en la penumbra, quizás en esa sensación confusa de duermevela, podía ver colores con los ojos cerrados. Mi lógica de pensamiento, mas cercana a la racionalidad que a la explicación por fenómenos no científicos, atribuyó ese hecho a presión ocular. Ahora descreo de esto, sobre todo por un hecho puntual: los colores estaban sobre mi derecha, como si un algo mágico que yo no pudiera ver si no tenia los ojos cerrados estuviera a mi lado. Algo así como un eclipse en la oscuridad, pero no uno que obstruyera la luz; si no que la magnificara.

Tengo ganas de viajar. Entiendo los viajes como necesidades del alma, sea lo que sea aquello que se entienda como tal. Alma es esas ganas de hacer algo no planeado y necesario que dé verdaderamente gusto hacer. Y aunque sé que tiene mucho mas que ver con lo inconsciente prefiero llamarle alma. O tal vez necesite esa conceptualización para darme cuenta de que la lógica no puede explicar todo. Siguiendo con la necesidad del viaje, pienso en un viaje a Europa, desde Portugal a Siberia en tren. Hay una fuerza muy grande de mi voluntad, entusiasmada solo con el hecho de la planificación del viaje, puesta de manifiesto en esta idea. Mientras lo pienso, un zorzal viene a cantar en mi ventana y la transcendencia del futuro se pierde en la contemplación del presente. Ahora mi mente está concentrada en el animal.

Extrañamente hoy el día comienza distinto, cargado de una niebla verde que ligeramente da un tono fluo a las cosas. Me gusta la supremacía de ese color por sobre los otros. Es lo que tiñe esta etapa del año, que así como parte de la naturaleza nos afecta de alguna forma. Reverdecer debería ser un verbo mucho mas importante. Es un buen día para salir a caminar por los senderos montañosos que rodean la casa. 

Y ahora que releo lo escrito, entiendo que todo esto es una excusa para decir otra cosa. Algo no llega a ser ficción o verdad, si no que comprende parte de cada una. Pensamiento y sensación.

Dejo la maquina de escribir de lado, agarro el abrigo y me golpeo el muslo para llamar a mi perro que corre hacia mi moviendo la cola. Salimos de la casa mientras el sol asoma y el color fluo de la niebla se acentúa. En mis oídos resuenan palabras en francés que no comprendo, quizás alguna reminiscencia del sueño. Lo que me tranquiliza es saber que es su voz, y que ya la conocía de antes incluso de conocerla.

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