jueves, 3 de noviembre de 2011

Para los Arboles** - MPD 4



El paisaje del amanecer se imponía frente a ellos. Hombres grises, de mirada profunda contemplaban el sol como si este fuera a encender toda la vegetación. Uno de ellos dio vuelta sobre sus pasos cansado por el esfuerzo de contemplar directamente la luz.

Dos turistas, ajenos, contenían la desesperación de gritar al ver una secuencia jamas vista por ellos, el amanecer. En el horizonte no se veían edificios. No había nada y podían ver mas allá de la primera barrera de arboles del otro lado de la ruta. La majestuosidad contenía también un efecto negativo: la ausencia de todo lo que usaban como punto de referencia. Describir la noción de Nada es tarea mas ardua. La nada es, en definitiva, la ausencia de algo o de todo.

X permanecía mirando el amanecer. Ser arrepintió en un instante de no haber iniciado el viaje antes. Su acompañante por el contrario, dudaba de su capacidad para alejarse y permanecía anclado con el pensamiento. La falta de puntos de referencia visuales y sonoros es insoportable para muchos. Y ese era su caso.

La pared que separaba los sueños de la realidad en el mundo de X había cedido. Estaba libre y frente a una luz que lo llenaba de energía. Su contraparte sentía miedo. La incertidumbre hacia lo que estaba alrededor iba creciendo al no haber muros protectores. Era la mas absoluta exposición.

X notó la situación de su acompañante. Se vio reflejado en los ojos grises, grandes charcos de un liquido apagado. Pudo recordar su propio miedo. En su caso el amanecer activó la maquinaria interna, puso en marcha los engranajes que estaban cubiertos de oxido y bolsas de supermercado. La movilidad interna de su ser lo llevó a diferenciarse de su acompañante y un vacío se abrió entre ellos, mas simbólico que real, ya que estaban a pocos metros de distancia.

Así, los arboles que miraban suspendidos entre la tierra y las nubes pudieron comprobar lo que los mas antiguos decían, que no hay hombre que sea indiferente al amanecer. Rozaron sus ramas y , en un abrazo se fundieron acariciando las nubes, enterrando las raíces en la tierra y se dispusieron al sueño lento en medio de la pampa.

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