viernes, 11 de noviembre de 2011

Revolución Industrial, o un poco de Historia para sacar las telarañas de eso

En 1820, Inglaterra estaba en la cresta ascendente de lo ola de Revolución Industrial que había iniciado alrededor de 1780. El algodón era el ariete que avanzaba al frente de la expansión economica y comercial mas grande que el mundo había visto hasta ese momento. Otras industrias, como la química, avanzaban a la par del creciemiento de la industria textil. Las grandes hilanderias de Inglaterra, que eran para esa época lo mas parecido a los complejos fabriles, abastecian a Ámerica, Asía, y parte de Europa de productos elaborados con algodón que venía del otro lado del Atlántico. El comercio ultramarino florecio junto con las fortunas de los empresarios navieros y arriesgados hombres de negocios, que acompañados por gente de espadas se lanzaban a la conquista de nuevos mercados. 


Las oportunidades se abrian mediante la diplomacia, como es el caso de la América Latina, o fuerza de cañón como con el mercado chino del opio. A medida que los afortunados inversores y comerciantes se enriquecian y esperaban la llegada del ferrocarril, que impulsaria la segunda oleada de la revolucion y de expansión de capital financiero, los barrios pobres se multiplicaban en todas las ciudades cuasi industriales. 


Por primera vez la población inglesa de la ciudad era mayor que la del campo. Miles de campesinos dejaban sus tierras año tras año. Abandonaban sus casas, algunas convertidas en pequeños talleres al servicio de incipientes capitalistas, yendose a las ciudades escapando de la miseria, de las malas cosechas y las enclosure acts. Llegados a las ciudades, proporcionaban mano de obra barata y excedente. 


Hasta que, mágicamente gracias a la aparición de hombres brillantes, la economía descubrió que a los trabajadores debia garantizarcele el minimo para su subsistencia, 500.000 hilanderos murieron. Como los trabajadores parecían demasiado caros, niños y mujeres tambien eran utiles en jornades de doce horas.


El movimiento Luddita, intentó romanticamente terminar con el progreso y el maquinismo que había cambiado su modo de vida y el mundo. 


***


Después de deambular por las calles buscando un bar que no estuviera lleno de obreros gastando su sueldo en bebida, decidí pasar por alto mis ganas de una buena cerveza. Me sorprendía ver los bares llenos. Veinte años atras, los gentlemen no se amontonaban en las casas de bebida. Tampoco había tantos casos de violencia familiar. Como ayudante de la policía de Manchester, tenia acceso a mucha información. Por eso no dejaba de sorprenderme la cantidad de golpizas que eran investigadas por la fuerza. Aparentemente estos hombres, despues de trabajar doce horas, se emborrachaban en las cantinas del downtown y luego se golpeaban hasta quedar inconscientes, a sus familiares o quien osara mirarlos en su borrachera. 


Y así las cosas, Manchester se convertía lentamente en un agujero de pestilencia. Aumentaban los homicidios, las peleas, los robos. De hecho, fue necesario reclutar nuevos oficiales de las clases medianamente educadas, aunque si sabían leer y escribir ya era suficiente para ingresar. Qué motivaba a los hombres actuar como bestias en busca de alcohol , prostitutas y violencia era un misterio. Mientras, los barrios bajos se iban tornando la antesala del infierno, como les gustaba decir a los gentlemen.


Me llamaba poderosamente la atención como de esta acequia mugrosa, hondo pozo de la degradación humana, saliera lo mejor del progreso. O lo mejor de la humanidad, como decían los ilustres visitantes que se paseaban admirando la ciudad y se iban en pocas horas a Londres.

0 comentarios: