domingo, 2 de octubre de 2011

Tras el horizonte fugitivo - MPD 3

Escribía de espaldas a la biblioteca. Los libros eran testigos de la pesadumbre que lo atormentaba por esos momentos. Era una situación extraña mezcla de las ganas de exteriorizar las sensaciones, una necesidad de hacerlo, con la imposibilidad de encontrar el lenguaje adecuado, para caer en la frustración.

A medida que escribía, los pensamientos se creaban y desaparecían mas rápido de lo que podía digitar y se perdían en algún punto extraño del inconsciente. Algunos le retornarían en forma de sueños los días venideros; otros ocultaban secretos en su propia y fugaz fertilidad.

El tema principal era el desamor, la dificultad que atravesaba después de mas de 35 años de frustraciones continuas que lo habían dejado con un hijo y varias ex que aun daban vueltas por los recovecos reales y también se transfiguraban como fantasmas en sus deseos.

Su aspecto, tal como su escribir, fue empeorando con los años. Algunos cigarrillos y un poco de vino eran el caldo de cultivo para historias y personajes sumidos en el monótono desastre de la realidad cotidiana . Caracteres generalmente tristes en búsqueda de relaciones amorosas que fracasan como en una dialéctica espiral desde sus fracasos originales. En sus historias no había redención.

Generalmente las situaciones eran las mismas, algún anhelo que reemplazaba en el horizonte lo que se había perdido, para después detenerse y quedarse inmóvil al contemplar ese oasis cada vez mas distante. Los nudos eran consecuencia de la búsqueda de placebos al no encontrar el remedio. Los desenlaces, macabros chistes del destino, unificaban en una escena la totalidad de los personajes en una situación extraña donde todos descubrían el esfuerzo impotente de cambiar lo hecho.

A pesar de la monotonía supo tener cierto éxito que le permitía vivir un presente sin sobresaltos. Una vida tranquila en la que se dedicaba parcialmente a escribir.

...Estas fechas recuerdan la caída de torres, noches de bastones que golpean a estudiantes, nacimientos de próceres. Sin embargo, a pesar de los intentos por olvidar, recuerdan también lo que nació de ti y de mi.
Decías que sin palabras, el día es mas triste; que la noche se vuelve absurda sin esa canción que nos unía en forma de verso.
Hoy puedo decir que estoy de acuerdo con eso. El desierto que apareció cuando se fueron tus palabras es difícil de llenar. La falta de tus acordes hizo que el silencio rompiera los cristales que encerraban todo aquello...

Pasaba por un momento en que quería ser Joyce, Faulkner o Turgeniev pero que no podía escribir mas de 5 lineas sin caer preso de sus propias contradicciones, dos fuerzas de igual magnitud que chocaban y desarrollaban la disputa por su personalidad.


 Escribía sobre las bondades del amor presente o sobre las calamidades del sentimiento pasado. Escribía para alejar fantasmas y atraer musas, había olvidado que lo hacia por el placer de escribir.