domingo, 9 de octubre de 2011

Revolución - La 40

Cansado de las promesas que no se cumplen, del destino que se anuncia a gritos pero no llega nunca, emprendí el viaje. Crucé la pampa, basta planicie donde la soledad es el placer de la propia perspectiva como dice Juan Filloy.


Al llegar a la 40 busqué el norte, pero no llegué nunca. Encontré refugio en un paraje desolado. Ahí el ruido de mis pisadas sobre la tierra seca espanta a las gallinas que se acercan curiosas a ver un objeto tan extraño como yo. 


También encontré a Don Hernán, que me cuenta que hasta hace pocos años venían con camionetas a comprar tierras a cambio de unos pocos caballos. 
Descubrí noches completamente en penumbra, donde para distinguir algo había que levantar la vista al cielo y ver las estrellas, millones de puntos luminosos que parecían estar al alcance de la mano pero cuya luz no llegaba a mis dedos. Nunca vi tantas juntas. 


El silencio y a oscuridad son una mala compañía. Descubrir el poderío de la soledad, la solemnidad de la naturaleza concentrada en un punto brillante en el horizonte era demasiado para mi. No tengo miedo en confesar que mas de una vez, sentado en la oscuridad lloré. No porque me sintiera solo, mas bien por la impotencia de haber tardado tanto en encontrar ese momento.


Al despertar reflexionaba y encontraba en el pasado algo bueno, quizás, de alguna manera que no entiendo bien, los recuerdos de ayer son lo mejor que me pasa hoy, porque los reinterpreto y los uso para diferenciar lo que era de lo que soy, donde estaba y donde estoy.


Don Hernán comparte el mate y anécdotas de su vida que en mis oídos suenan como algún relato mitológico, como si tuviera frente a Homero recitando los viajes de Ulises. Es mi parte de ciudad que mitifica las cotidaneidades de la vida mas allá del encierro. Parte que de todas formas estoy muy contento de dejar atrás.


Mañana va a ser un día muy importante. Con algunos pobladores vamos a empezar a hacer las paredes de una cooperativa. Queremos que sea un espacio para que todos enseñemos y a la vez aprendamos del otro y de nosotros mismos. 


Suena trillado,  parte de relatos de aspirantes a escritores, pero es la causa que estaba buscando. El verdadero sentido de algo por lo que luchar, algo que dé sentido a todo lo que hacemos. Finalmente me siento despierto y feliz todo el tiempo; fue tan fácil como salir a buscar lo que quería hacer. 

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