martes, 21 de diciembre de 2010

Viñas

Era una tierra donde los grandes latifundistas compraban y asesinaban a la justicia para despues repartir sus trozos como carroña. Alimentandose como chacales, llenaban sus estomagos corrompidos del pus de la avaricia y el desprecio por la dignidad humana. La compra de voluntades era moneda corriente. Ni siquiera la caída del regimen oligarquico y el ascenso de Yrigoyen trajeron paz a esa tierra ignorada que veía al país darle la espalda.
En 1920, llegó a Santa Cruz para hacerse cargo como juez letrado de esa provincia y de la vecina Tierra del Fuego. Desde que pisa suelo austral, tiene la mala idea de hacer valer la justicia. Algunas expropiaciones a grandes latifundistas y corporaciones extranjeras le valen que en los circulos del averno se comience a hablar de él. Alguien dice simplemente que se tiene que hacer algo, otro dice que sabe quien lo puede hacer, un tercero dice que el pone la plata. Así se decide, scotch a scotch, que baja por la garganta de las hienas, la vida de un hombre.
Decidido el asunto, solo el poder politico debe darle la espalda. Desde Buenos Aires se envía a un conservador a hacerse cargo de la gobernación. Los chacales aplauden y las moscas preparan el banquete. Por una cómplice casualidad el mismo conservador que gobernaba, era secretario de la SRA de Santa Cruz. Las piezas encajaban en un complejo entramado, a la vez burdo y sin disimulo. Todos en la provincia, menos el propio Viñas, sabían lo que pasaba. Se sentía en el aire.
Según el parte policial, un grupo de anarquitas y socialistas, agitadores extranjeros, le habían jurado la muerte al juez. Con el cierre de estancias y la quita de tierras habían perdido su fuente de trabajo, así que decidieron vengarse.
El 22 de enero, Viñas estaba solo en la finca que el gobierno provincial le dió para su residencia. Los colaboradores habían dejado el lugar a eso de las 4 de la tarde y la familia del juez estaba a unas horas en la capital provincial. Usando sus contactos los bandidos ingresaron por la estancia de la San Julian Sheep Farming Company. Viñas estaba releyendo sus notas del día cuando oyó a su perro ahogarse en su propia sangre. Habian perforado la gargante del animal de un tiro. Los anarquistas entraron en la casa y golpearon al juez. Mientras un grupo de socialistas quemaban todos los papeles que encontraban.
A Viñas lo degoyaron despues de torturarlo prendiendole fuego partes del cuerpo.El fuego purifica. Pero los asesinos dejaron sus huellas y la policia los pudo identificar. Además se encontraron panfletos anarquistas junto al cuerpo. Los mismos folletos también estaban en la casa incendiada del secretario de Viñas y junto al cuerpo de la mujer del vicegobernador radical. La policia ajustició a los culpables anarcosocialistas.

Viñas fue real. El resto pudo serlo.

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