sábado, 7 de agosto de 2010

Adoquines

Fuertes manos de ladrillo ahorcan nuestras ganas de volar. El paisaje y el camino se vuelven difusos ante la presion que esos dedos artificiales hacen al desgarrarnos los cuerpos. No contentos con eso, separan nuestras alas tirarando de ellas. Al desprenderse nos dejan el vacio. Se nota que nos falta algo, pero no sabemos que es. Y asi es como van pavimentandonse las calles. Asi es como los adoquines encajan sin presión, uno junto al otro para servir de soperte al peso que los aplasta.

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