martes, 3 de junio de 2014

Invierno crudo invierno

Los primeros fríos advierten. Vaticinan la llegada de un invierno cruento, rudo. No bastará solo con abrigarse y quedar oculto bajo capas de ropa que actúen de aislante. No, con eso no alcanzará. Habrá que guarecerse, esconderse y separarse del exterior. 
Tampoco servirá la ingesta de bebida caliente o de alcohol. No bastaran los abrazos, los cuerpos desnudos que dan calor. Serán inútiles los cigarrillos, los besos, las bufandas y los guantes. 
De a poco el invierno avanza. Cubre con fría quietud todo. Espera pacientemente a que pase una temporada más, nada lo apura. Muy pocas cosas tienen la vigencia con la que el frío comprime y atrapa la actividad diaria. La nieve inmoviliza, interrumpe, y finalmente el viento helado deja al descubierto la fragilidad de los breves periodos de calor.
A la mayoría de la gente no le gusta el invierno. Sin embargo, es cuando más expuestos, más humanos quedamos, y nos lanzamos a la búsqueda de un calor que excede lo que nuestro propio cuerpo puede generar. Como animales hambrientos nos miramos los unos a los otros en la tarea de encontrar el paliativo para tanto frío. Finalmente, entrados los primeros calores y el deshielo, la habitualidad vuelve a llevarnos a la vida de antes. Y entonces el ciclo repite la espera hasta el próximo invierno.

domingo, 25 de mayo de 2014

Ideogramas


Algunos cuerpos son ideogramas. Despojados de palabras que los signifiquen hablan a través de ellos mismos. Son cuerpos cargados de un lenguaje propio, como el amanecer. Esos cuerpos existen mas allá de las propias ideas y al mismo tiempo son ideas puras para tocar , para ver y para maravillarse detrás de la cortina del habla. Aparecen muy rara vez, se los puede ver detrás de las voces de los cuerpos que para transmitir necesitan algún tipo de lengua, esos que gritan lo que son. Pero estos son lengua en sí; perfección que recibe el nombre de cuerpo.
No importan los rasgos esenciales, ni los superfluos. No se trata de algo tan simple. Es algo que no se comprende pero se siente al momento de ver uno. Es que los ideogramas trascienden toda explicación. Y son persistentes, se repiten para quedar fijados en el cuerpo y en la mente. Y son redundantes, repiten los signos agazapados en algún lugar de la memoria.

miércoles, 2 de abril de 2014

Sobre linchados y justicieros


Está de moda, otra vez, la llamada justicia por mano propia. Aunque sea correcto usar la palabra moda,  dada la conducta cíclica en la que se mueve el pedido de sangre de ciertos sectores de la sociedad, hay una gran mentira en la primera frase; no puede hablarse de justicia si es por mano propia.

Uno de los requisitos más importantes junto con la unidad y delimitación territorial para la conformación de los Estados es el monopolio de la fuerza legitima. Se reserva el derecho de establecer las penas, ejercer los castigos y vigilar su aplicación al propio Estado. Esta idea antecede al siglo XIX y ha sido tratada de diversas maneras por filósofos políticos,  sociólogos e intelectuales. En Argentina, parece ser, aun se cuestiona.

Con los medios de comunicación, algunos, a la cabeza de ideas latentes en muchos sectores de la sociedad, presenciamos una nueva etapa de recrudecimiento de la estigmatización social y de la fijación de nuevos limites entre “la sociedad por y para la gente como uno” y “la sociedad de los otros”. Esto, una continuación histórica parte de la antigua y sarmientiana dicotomía entre civilización y barbarie, reaparece en momentos históricos en los que hay que marcar diferencias entre los ellos y los nosotros.

De ninguna manera se pueden buscar condicionantes en la situación de ausencia del Estado o en que  la gente está cansada, como suelen expresar los oportunistas políticos siempre a la orden del día y de chances para simplificar y reducir todo hacia sus propios intereses sectoriales. El problema , porque detrás de la violencia hay un problema, o sea el conflicto que parte de posiciones dentro del mapa social, es que siempre los linchados, los que merecen serlo, los que son linchados todos los días, metafórica y realmente, son los mismos. Reunen las misma características, son ellos, otros.

Otros, ellos, son siempre los mismos. Llevan cierta ropa, hablan de una manera, están fuera de la ley, son culpables. Fueron, y son, los negros , los inmigrantes, los del país profundo, los pobres, esos diferentes. Se los contiene usando el discurso de la tolerancia, a la manera europea o más a la  cohercitivamente americana, aunque esta diferenciación es cada vez más difusa. El punto medio es el de la construcción del otro útil: el negro bueno, el pobre trabajador, que no roba, no mata, no tiene odio de clase. Ese es un otro azucarado, tolerable, un ser-humano. Quizás le corresponda una pena dentro de los margenes del Estado. Pero al otro-otro,  el de los margenes, a ése, no.

Jueces, políticos, periodistas, opinologos dicen que la Justicia, con mayúscula, está atada de manos. Los jueces dicen que ellos dictan sentencia pero que los obligan a soltarlos al poco tiempo. Los políticos que la culpa está en los otros políticos. Los periodistas dicen que , lógico, la gente, está cansada. Los opinologos repiten. Así se naturaliza, se justifica y se legitima el asesinato.

Hoy me proponían que la pena de muerte es una herramienta de prevención. Creo que salvo en la novela de Philip Dick, Minority Report, no hay forma de saber quién va a cometer un crimen y por ende, prevenir con la pena de muerte es imposible. A menos que , desde ya, se construya al sujeto homicida.  Y no sería raro que las características sean las mismas que porta el otro. Y entonces el linchamiento.

El Ex ingeniero Juan Carlos Blumberg, oportunísimo, fue levantado de su letargo mediático y habló sobre la reforma del Código Penal, a la que se opone. Dijo sentir ausencia y vacío tras la muerte de Axel. Mismo sentir seguramente que el de la madre de David Moreira, asesinado en Rosario, donde ahora hay vecinos vigilantes que avisan que van a volver a matar. Precrimen.

El problema es el asesinato justificado, conocido como justicia por mano propia, porque siempre son unos los que tienen derecho y también son los mismos, siempre, los que no. Dentro de esa lógica perversa se mueven quienes aplauden a una patota de 30 personas que golpean a alguien tirado en el piso. Se le atribuye a Nietzsche decir que los grupos están para hacer lo que los individuos no se animan.

Es importante contextualizar el problema. Y no establecer como apenas una casualidad, la que no existe ni en la historia ni en la sociología, que la vuelta del manodurismo después de varios años en el freezer no es ajena a un contexto político donde el oficialismo es tildado de blando, tibio y garantista. Como en todo fenómeno social el manodurismo y el mal llamado garantismo representan polos e intereses de sectores contrapuestos, que incluyen su propia legitimación en el acto mismo de reconocerse como tales en el espacio de relaciones que es la esfera política.

Quedarse con que los linchamientos son correlación de una sociedad violenta es un tanto simplista. Los múltiples factores que demuestran por qué no todo puede ser entendido tan linealmente, por ejemplo, se encuentran en el lema piquete y cacerola la lucha es una sola, recuerdo, hoy anecdótico, de la unión producto del quiebre del lazo social en 2001. Ahí el cierre social que operó se concentró en torno al aparato político.

Ahora la reconfiguración de lo social, fenómeno asociado al ascenso en cuanto a clase al consumo, bienes y servicios por excelencia de la clase media y el mayor acercamiento a lo político, genera nuevos tipos de cierre. Los grupos se pliegan y redefinen su existencia dejando por fuera a los otros. Este proceso, siempre violento, resignifica viejas exclusiones, las de siempre y le agrega nuevos matices discriminatorios.

El problema es que los linchados siempre son los mismos; los justicieros también.

domingo, 9 de marzo de 2014

Hay una Guerra

What we got here is failure to communicate.
***
La imagen del atardecer que cae sobre las colinas que hacen de antesala al valle es la del General derrotado. Busca dentro de su cabeza las razones que llevaron a la perdida de 7 regimientos, que en un calculo de vidas humanas equivale a mas de 6 mil muertes. Aunque el general lo piense en términos de bajas, las perdidas son vidas humanas.

El General recibe en la improvisada carpa dispuesta como cuartel general a un emisario del bando victorioso. No es el general contrario, sino un enviado, cosa que angustia aun mas al derrotado. Luego de discutir los términos de rendición, discutir en ese caso es limitarse a asentir a los requerimientos del vencedor, se dan la mano, firman una improvisada acta y el emisario deja solo en la carpa al General.

El silencio de después de la batalla inunda todo el espacio donde hace unas horas atrás eran descuartizados seres humanos y sus miembros cercenados volaban por el aire. Solo, cada tanto, irrumpía en el silencio algún herido exclamando a través de su alarido la extrema crueldad de la continuación de la política por otros medios. Varios soldados con vendas depositaban en silencio más cadáveres a la pila que yacía en el campamento de los derrotados. El General seguía analizando razones.

Desde ya que cuando se va a una guerra se lo hace con la esperanza de ganarla. Sería un sinsentido hacer lo contrario, por eso, hay que buscar los motivos de la derrota. El General asumió que la posición ventajosa del enemigo, en táctica defensiva sobre un territorio apenas mas elevado, guarecido en un antiguo fuerte de piedra y ayudado por una solida artillería había sido mas que su cuidadosa e infalible planificación. En circunstancias normales, pensaba, hubiéramos ganado la batalla y estaría yo siendo vitoreado por mis soldados en la entrada a la ciudad. Tampoco los lideres de escuadrón habían respondido bien. Tan pronto como las primeras cargas de la artillería enemiga habían caído, los soldados dieron rienda suelta a su miedo. Muchos fueron incapaces de mantener la linea en el ataque y eso facilitó la tarea de la infantería enemiga. Nadie había disparado contra los desertores, como él había ordenado, y eso facilitó la tarea de un enemigo que aunque inferior en numero, era superior en valor, pensaba el General.

Toda la jerarquía del ejercito derrotado había sido muerta en combate. De muchos se encontraban solo fragmentos. El General pidió papel a un soldado sin salir de su carpa.

"Sr. Presidente:

Tengo que decirle muy apesadumbrado que hemos sido derrotados por un enemigo muy inferior. Tanto su idea de ataque como mi planificación han sido perfectamente diagramadas pero nuestros soldados no pudieron desempeñar la labor a la que fueron expuestos por la Historia. Esto es una gran desgracia para la Nación. Junto con esta carta envíole la lista con las demandas a las que he tenido que acceder, demandas que me llenan de vergüenza pero que son las necesarias para , por el momento, asegurar la paz. Le ruego entienda mi decisión de aceptar tales condiciones.

Creo haber dado lo mejor de mí en la vasta trayectoria que he tenido el honor de desarrollar al frente de sus nobles fuerzas.

Que se lleve a cabo lo que el destino manifiesto haya pensado para mí."

Luego de firmar la carta se levantó de su silla y salió del improvisado cuartel general. Sobre el pasto del valle había cuerpos, agujeros debido las explosiones y carros para cargar los cuerpos de los heridos y los muertos. El general pidió a un soldado un caballo y que designara entre algún sobreviviente un emisario para llevar la carta, pero no había caballos y apenas quedaban soldados en condiciones para realizar el viaje. Guardó la carta en el bolsillo del saco y entró en la carpa.

Llegada la noche se veía el resplandor del arder de las pilas de cuerpos. El valle verde reflejaba los fulgores de las llamas que consumían lo que antes habían sido soldados, caballos y perros. Humo negro se levantaba desde las hogueras en dirección al cielo y lo ennegrecían de tal forma que era imposible ver las estrellas. El General y lo que quedaba de su tropa contemplaban desde los calabozos improvisados del fuerte enemigo. Detrás de las lineas enemigas el General comprendió: no perdieron la guerra por ningún error o destino fatal. Habían sido victimas de la necesidad de libertad que el enemigo imponía en cada acto defensivo. Daban sus vidas por defender el fuerte cuya perdida significaría el primer capitulo de perder la guerra que se avecinaba. En cada duelo de infantería, en cada carga de la caballería se jugaba la libertad. Había un ideal detrás de todo el honor protético que significa la guerra, peleaban por algo más que las minas de carbón y la tierra fértil que ellos venían a invadir. Artillería de un siglo atrás, un fuerte de 150 años, soldados que eran carpinteros, carniceros, agricultores, madres, hijos, habían derrotado al ejercito del General que ahora era prisionero y cuya muerte inminente vaticinaba bajo los códigos de la guerra para las primeras horas del amanecer.

El fuego que alumbraba el rostro testigo del General, también daba luz y calor a los festejos de los vencedores que gritaban de alegría, lloraban las perdidas y amaban como la ultima vez. Antes de morir, el General comprendió poco antes del alba que ninguna guerra puede ser ganada contra un enemigo que se aferra por su libertad. No importa la profesionalidad de los soldados, el numero, la tecnología ni ninguna otra variable introducida o por introducir en la historia de la guerra.

Al despertarse las primeras con luces del día en el rostro, él y sus solados fueron llevados al patio de fusilamientos del fuerte, lugar que mantiene su uso 150 años después de construido. Como soldado profesional que era marchó sin decir ninguna palabra. Parecía que el tiempo se hubiera hinchado y adquirido consistencia impidiendo la normal velocidad de las cosas. Pensó que era la sensación de la muerte lo que trastocaba el ritmo del andar.

Parados unos frente a otros, los 26 soldados y el General, enfrentaban al pelotón de fusilamiento compuesto por campesinos armados con escopetas mas viejas que ellos mismos. Mirando hacia el costado vieron que el ejercito que los había vencido eran desahuciados huesudos con caballos marcados por el hambre, gente que apenas podía mantenerse parada había derrotado la primera invasión del glorioso ejercito del norte. La pieles curtidas enfrentaban al sol sin necesidad de achinar los ojos como él y sus soldados irremediablemente hacían. Vio la realidad desde otro ángulo. El fuerte había sido construido por una avanzada de su propio país, antes, en otro intento de invasión que con el tiempo había fracasado dejando en la retirada armas y el fuerte que ahora atestiguaba los preparativos para el fusilamiento. La guerra hecha con las armas del enemigo.

Un hombre blanco como él, de barba incipiente que se tornaba roja al sol le dijo en su idioma que si era de su preferencia podían vendarle los ojos para que murieran en paz. Era el mismo que un día antes lo visitó con los puntos de la rendición en su carpa. El General, que habló por sus soldados dijo No, we´re gonna die in God´s hands. We have no fear. El emisario respondió que había sido enviado con esa pregunta por el General Juarez, que iba a ser el encargado de dar la orden de fusilamiento. El General Wilkinson vio a un campesino desgarbado, adornado con un sombrero de paja. Tenia varias cicatrices en las piernas que mostraba a través de los pantalones harapientos. Juárez lo miro, se miraron intercambiando argumentos que correspondían a mundos opuestos. Gringos fuera, gritaban los espectadores del fusilamiento.

A las 8 de la mañana exactamente, con el sol que aun nacía de frente a ellos, los soldados estadounidenses recibieron la descarga. Wilkinson oyó antes de morir palabras que no entendió: preparados, listos, fuego, que salieron de la boca de Juárez. Wilkinson murió con la certeza de que el propio Juárez había disparado contra él y pensó, cayendo al suelo, que las cosas no son tan fáciles como parecen.

viernes, 7 de marzo de 2014

Espectros

Era una noche en la que predecía insomnio. Una de las tantas que últimamente padecía. Sentado en  la cocina dejaba escapar lentamente el tiempo. Un sentimiento parecido a encontrarse en otro lugar, lejos, muy por fuera de sus círculos habituales empezó a notarsele en el cuerpo. La penumbra de la noche solo quedaba apenas alumbrada por la luz de la luna que entraba por el ventanal abierto tras sus espaldas. Tenía un vaso de agua, que sujetaba con ambas manos, y el pijama. El gato dormía, su mujer dormía, todos en su respectivo tiempo y en el espacio que le correspondía a ese devenir temporal; él estaba por fuera de esa correspondencia. Y lo notaba.

No pensaba en algo fijo. Su cerebro hacía desfilar en la memoria hechos cercanos. El recuerdo de las cosas que el lunes debería hacer al llegar al trabajo, algún cumpleaños próximo, el pago de las cuentas pendientes.

Pensó en escuchar algún programa de radio de trasnoche. Era un escape al insomnio que había descubierto en la adolescencia. Sin embargo desistió al pensar en que Clara podría despertarse y luego tendría que soportar el mal humor y las recriminaciones. En ese punto de su matrimonio, los intervalos de comunicación mas largos eran consecuencias de peleas y discusiones.

Para colmo, el gato también dormía. Tomó el vaso de agua, al que le quedaba menos de la mitad, y fue a despertar al gato que dormía arriba de la notebook, sobre el escritorio del living. Lo tocó y llamó por su nombre, Shiro. El gato lo miró y siguió durmiendo.

- Que bien. Ya me vas a pedir que te rasque abajo de la panza.-

Salió. Abrigándose bastante se puso a resguardo de una noche que presentía fresca. Apenas dejó la casa pudo comprobar lo correcto de su juicio, podía ver su propia respiración condensarse en al aire frío.

Caminando fue redescubriendo partes del barrio. El claroscuro nocturno, matizado por esa suave mezcla de penumbra y bañado lunar daba un carácter diferente a las sombras. Estas parecían más espesas y movidas por voluntad propia. Casi podía sentir la textura de las sombras en el roce con el aire nocturno.

- Todos somos criaturas de la noche. De día nos perdemos.-

Caminó sin rumbo, en dirección al puerto, que se encontraba a unas 10 cuadras de su casa. Por la Avenida del Mar no había un alma. Espectros solamente deambulaban, algún que otro gato cuyos ojos reflejaban la luz, y ruidos de la ciudad que sonaban a lo lejos, en otro mundo. Manos en los bolsillos se introdujo dentro de sus propios pensamientos. Pensó en como hubiera sido su vida si hubiera tomado las decisiones opuestas, y se divirtió algún tiempo pensando en eso.

Llegado al puerto se sentó sobre la pared, de unos 60 centímetros, que dividía la vereda del comienzo del malecón. La brisa del mar, fresca y salada le dio en el cuerpo. Se subió el cuello del abrigo negro que llevaba y se frotó las manos en busca de reavivar la circulación. Un carguero de bandera senegalesa, Liberty, estaba dispuesto a partir y varios remolcadores se alistaban para maniobrar el buque a través de la estrecha salida del puerto. Contempló todo el proceso. Cuando finalmente el Liberty era una luz distante, perdiéndose en el mar negro engullido en la oscuridad, se sintió vacío. Experimentó la sensación de que algo suyo partía con el barco.

El tiempo esa noche parecía pasar a menor velocidad y aun las primeras luces del amanecer permanecían ocultas. Sin sentir sueño, caminó bordeando el agua, los barcos amarrados y la oscuridad. Recordó cuando siendo pequeño caminaba con su papá por el puerto, entre la gente, las grúas y el murmullo de una ciudad en desarrollo. Rememoró las historias sobre países distantes que lo maravillaron y gestaron esa curiosidad por el mundo que llevaba. Sintió cercanas las memorias de los colores de las frutas que en esos países colgaban de los arboles de nombres exóticos que le contaba Fidel, su padre. Pudo sentir el aroma y el tacto de la distancia, de otros mundos posibles que convivían con su presente como parte del pasado y extracto del futuro. Varias gotas salieron de sus lacrimales y rodaron por su cara hasta notarlas, saladas, en la comisura de los labios. Eran lágrimas que representaban alegría. Tenia solamente buenos recuerdos. Ni ausencias, ni vacíos, ni malos momentos; solo recuerdos que cargaban de sentido su vida. Sus recuerdos eran su presente.

Pensó en Clara y en que a pesar de que la amaba, nunca podría olvidar a Cristina, su poesía, sus caderas envueltas en sabanas blancas, sus pinturas, la comisura curvada hacía arriba cuando sonreía,  los lunares de su espalda y ese maravilloso territorio entre el cuello y los hombros que tomaba forma de V y que tanto le gustaba besar. Pensó en esa frase que leyó, todos tenemos breves momentos de felicidad. Él sabía que los suyos ya estaban en territorio del pasado, que en su caso lo mejor no estaba por venir, sino que había sido. No se sintió desanimado. Por el contrario, su corazón latía con más fuerza. Había conseguido exorcizar algunos demonios esa noche, idos en un barco llamado Liberty.

Volvió caminando despacio, con la tranquilidad a cuestas y sintiéndose más liviano. Ahora sí la mañana asomaba en el horizonte con los primeros tonos anaranjados del día que se sobreponían al negruzco color de las nubes cargadas de lluvia, desecho de la noche. Cuando llegó a su casa Clara aun dormía. Optó por una ducha y un café, que tomo sentado solo en el comedor. Afuera, las bocinas de los autos anunciaban que la ciudad se despertaba. A pesar de no haber dormido no sentía cansancio en el cuerpo. La mente la tenia despeja, dispuesta a llevar sin mayores dificultades el trajín del día.

Se puso el traje y subió al auto, donde encendió la radio y escuchó los primeros segundos de Save the population de los Red Hot Chilli Peppers. Aspiró aire profusamente, mientras su gato lo miraba a través del vidrio desde el techo de la casa. Le pareció que al aspirar aire, el perfuma de Cristina había llenado sus pulmones. El tacto de su cuerpo le vine a la memoria, pero optó por desechar esos recuerdos, como hacía siempre que afloraban. Ya era demasiado viejo para realizar cambios profundos que no sabía adonde conducían. Ya no era un adolescente que podía realizar actos impulsivos sin que las repercusiones afectasen a nadie. Y sin embargo, la voluntad opinaba diferente.

El cielo fue abriéndose durante el día. Las nubes negras se disiparon completamente y la amenaza de lluvia que el servicio meteorológico había anunciado quedó descartada. Todo era normal. Las personas en la ciudad, en el mundo seguían sus rutinas diarias, las diurnas en el hemisferio sur; las nocturnas en el norte. La normalidad del repetir día tras día los mismos actos llena de sosiego a la mayoría, que luego duermen plácidamente. Sin embargo, al insomne algo lo trastoca. Está despierto cuando debería dormir. Su voluntad no lo obedece. Mas bien le planta batalla a las ganas de dormir, de descansar para afrontar el día siguiente. El que sufre de falta de sueño, individuo cuya voluntad va contra si mismo, tiene una ventaja. Los exorcismos de espectros que merodean por los recuerdos pueden realizarse de una manera concisa, facilitando la tarea, si es que realmente  se está  dispuesto a ello.

Al caer la tarde, nuevamente las nubes fueron cercando la luz. Por la noche, al regresar a su casa, solo un pequeño claro en el cielo dejaba ver la luna. El resto estaba cubierto de espesas nubes negras y el aire frío soplaba desde el mar.

- Son los espectros que quieren volver.

domingo, 19 de enero de 2014

El gorila escondido.


And all you touch and all you see. Is all your life will ever be.
  

 ***

En el experimento del gorila invisible se demuestra que el cerebro crea, o mas bien, recrea lo que espera que ocurra. Se basa en reconstrucciones de las experiencias previas de los sentidos, en las regularidades de la vida por decirlo de alguna forma. El experimento consistía en mostrar un partido de basquet a los sujetos a testear. Luego se les preguntaba si habían visto algo fuera de lo común o inesperado. Las respuestas fueron negativas. Luego se les mostraba el mismo video y se les indicaba que prestaran atención al gorila que aparecía en el costado de la cancha, en medio del publico. En ese caso sí podían ver el detalle, aunque el video era exactamente el mismo. 

Si yo estoy sentado y atrás mio hay una pared, aunque no la vea, mis sentidos le confirman al cerebro que ahí está. Y éste me asegura que hay una pared roja con una ventana donde hay un parque donde juegan gatos negros y blancos. Si alguien corriera la pared, mi cerebro no lo percibiría, porque no está dentro de las posibilidades que calcula. Entonces , quizás la pared desaparezca, pero para mí seguiría estando. Esto tiene una razón, producto de la evolución del cerebro humano. 

Nuestra capacidad para pensarnos a nosotros mismos , es decir, poder abstraer el pensamiento, es una rasgo distintivo de la especie humana. Hasta donde se conoce, somo la única especie que puede pensarse a si misma de una manera consciente. Para lograr esto la evolución nos despojo de mecanismos innecesarios. En comparación con diferentes especies, nuestros sentidos son pobres. La visión y el olfato, es considerablemente menor. Nuestro cuerpo es débil, nuestras crías dependen de nosotros hasta una edad considerablemente tardía en relación a otras especies. La supervivencia humana depende de la tecnología. Recientemente se ha estirado la expectativa de vida, superando la barrera de los 80 años en la mayoría de los países de occidente. Sin embargo, vale recordar que hasta el siglo XIX la expectativa de vida no era muy superior a los 40 años. Este salto responde principalmente a dos cosas: la industria  textil cuyo explosión en la revolución industrial dio abrigo, y la inclusión de los alimentos manufacturados como parte de la dieta de la mayoría de la población, relacionado con los avances en la preservacíon y el transporte de los mismos. Es decir, tecnología. Sin nuestro cerebro, hubiese sido imposible superar los seis mil millones de humanos.

Pero para que el cerebro pudiese desarrollarse hubo que limitar los sentidos. Se estima que se necesitaría un cerebro del tamaño de un auto solo para poder interpretar lo que diariamente se ve o todo lo que roza la piel, o todos los estímulos que recibimos a través del aroma. Semejante cerebro requeriría un suministro de sangre imposible para nuestro corazón. Ni pensar siquiera en la cantidad de nutrientes que un cerebro tan poderoso demandaría. Evolutivamente, nuestro cerebro es acotado por su cuerpo. Por lo menos este es el argumento de Bart Huges, quien en 1962 realizó una auto trepanación. Retomando una practica que ciertas civilizaciones de la antigüedad realizaron, se hizo un agujero en el cráneo con la finalidad de que al oxigenarse el cerebro, pudiera utilizar una supuesta mayor capacidad. Se ha considerado que cierto tipo de estimulantes de la corteza cerebral, sustancias como el peyote o el mezcal tienen efectos similares.

El experimento del gorila invisible muestra que para interpretar la realidad, es decir para ordenar y acotar el infinito de posibilidades y estímulos, realizamos una selección. Construimos un mundo alrededor de lo predecible, de lo que no esperamos que cambie. Un estudio reciente afirma que más del 90 por ciento de las actividades diarias las hacemos de manera mecánica: coquetear, hacer el amor, manejar, divertirnos, trabajar, hablar , escribir son parte de un proceso automático de nuestro cerebro. Al parecer hacer las cosas de una manera repetitiva genera que se activen ciertos receptores que nos producen bienestar. Lo anterior no significa que no aceptemos actividades nuevas, de hecho todo el tiempo sumamos nuevas tareas que el cerebro aprende y luego asimila como parte de lo cotidiano. Aprender a manejar, aprender a hablar, aprender a escribir, a leer. Está en nuestra forma de interactuar con el ambiente el habituarnos a él, lo que quiere decir, volverlo generalizable y predecible. Nunca espero ver un gorila en una cancha, por lo tanto no lo veo aun cuando esté.

Se puede decir analíticamente que armamos nuestro marco de referencia para pararnos en el mundo. Y este marco es interpretado por los sentidos. Esto nos lleva a asumir que hay cosas que dejamos por fuera. Esto implica tener una visión acotada, parcial de muchos fenómenos. 

Dudar de una realidad que se presenta mucho mas pequeña de lo que es, cuestionar, como lo hacen los niños, parece ser el ejercicio mas honesto que se puede realizar. Sobre todo cuando ni siquiera lo que está al alcance nuestro es lo real. Cuando el mundo adquiere tal incertidumbre, quizás sea bueno volver a la cita al comienzo de este articulo: todo lo que vemos y todo lo que tocamos es lo que somos. Lo que no; no. Philip Dick y Pink Floyd tenian razón.  

  

jueves, 16 de enero de 2014

Eventualmente.

Que preso es 
aquel que no 
puede escapar
de la realidad 
que se le impone.

Que presos aquellos
que no pueden
liberarse del miedo
de ser
libres.

Que presos ellos
que como nosotros
añoran
desde el otro lado
de la ventana.

domingo, 12 de enero de 2014

El futuro es un gato mas viejo que el tiempo.

La ultima vez que vi a Camila, la veía caminar dándome la espalda. Unos segundos antes había pronunciado unas palabras, lágrimas habían caído de sus ojos y se había dado vuelta. Las nubes grises cubrían el cielo y todo parecía estar detenido, expectante para, al momento indicado, retomar el movimiento habitual. La calle desierta se extendía, ella marchaba sin mirar hacia atrás, sin arrepentirse. A medida que se alejaba su figura iba perdiendo nitidez. La distancia que nos separaba eclipsaba su recuerdo. Algo parecido a la memoria iba deshilavandose.

Un gato negro se interpuso en la distancia que separaba la espalda de Camila y mi linea de visión. Cruzó la calle, pasó junto a ella sin notarla; ella tampoco reparó en el gato. Se detuvo en la vereda frente a mí, separado solo por siete baldosas de distancia. Mientras yo miraba al gato, Camila se alejaba cada vez mas, estaba a punto de doblar en la esquina y convertirse en una imagen difusa en mi vida. El gato retomó su andar, seguro de su propia inmortalidad. Tres baldosas lo separaban ahora. El mundo seguía inmóvil. Bajó la parte trasera del cuerpo y luego la delantera poniéndose en posición de cacería. Y me miró. Los ojos tenían una profundidad abismal, y el mismo color amarillo de la linea que separa ambos sentidos de la calle. Pude verme reflejado en sus ojos. Estoy seguro de que él también se miraba en los mios. Arqueó ligeramente hacia arriba el lomo, haciéndose mas pequeño. Se cubrió las patas delanteras con el rabo y sin dejar de mirarme esbozó un cambio en sus ojos, achicando las pupilas y liberando al ambiente cierta maldad ancestral. Luego esperó. Pacientemente expectante aguardó a que todo el temor que dentro de mi existía se expandiera. Tuve la sensación de que estaba alimentándose de eso. Podía escuchar el latido de su corazón al bombear la sangre a través del cuerpo. El ronroneo y el movimiento de las patas evidenciaban el placer que sentía al devorarme el miedo. Pero no se detuvo ahí. 

Iba perdiéndome, tal como se pierden las gotas que se deslizan sobre un ventanal húmedo. El gato entrecerraba los ojos extasiado. Yo no podía oponer resistencia ante mi propia desaparición. 

Aristoteles decía que el alma humana está compuesta por raciocinio, voluntad y pasiones; yo las sentía salir de mi cuerpo. La voluntad se la había llevado Camila. Ya eclipsada, mi alma estaba siendo alimento del gato que se llevaba raciocinio y pasión. El éxodo de las almas fuera de los cuerpos era consecuencia de los amores perdidos y de los gatos con ojos mas viejos que el tiempo mismo. Dónde van luego no sabría decirlo. Pero el cuerpo se siente extraño, liviano, pero a la vez con la sensación de un faltante. El alma es algo inútil, ¿pero seré yo capaz de prescindir de lo inútil?.