-El tren que ya no pasa por nuestras vidas es un recuerdo de un potencial que ahora no es. Las maderas se pudren y el acero se oxida. Las palomas, estas que si habitan en las ruinas, conspiran en voz alta. Y nosotras aquí, como cada día de nuestras vidas, haciendo lo que nacimos para hacer.
No hay nadie en la estación, que se mantiene a pesar del olvido, a pesar de ella misma. Se soporta la estructura doblada bajo su propio peso, para que aquellos que la contemplan alaben la obra de los que la hicieron y piensen en ella como un Quijote frente a la modernidad de los nuevos tiempos.
Te quiero estación, porque estando acá y a pesar de que ya no pase el tren , tus ruinas son como el templo del sol y nosotras somos como nubes, que cada vez vamos yendo, poquito a poquito, mas a la par.-
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