sábado, 2 de junio de 2012

Mudanzas

Tres fantasmas nocturnos caminan por un valle alumbrado por la luna. Se desconocen, se niegan e intentan en vano separarse. Sentir, pensar y ver son inseparables.
Razón, sentimiento y sentidos viven en un monoambiente que desde un tiempo les queda chico. Les gusta el campo, el sol, la noche y las estrellas, tomar mate al amanecer, los perros y el insoportable ruido de la nada, recordar que del mundo se va como se vino. 
Tienen que ponerse de acuerdo y ser nuevos inquilinos. Buscan lo mismo. 
Despiertos son tres pasajeros de un tren que avanza por el sur. Miran la nieve, los lagos y la gente. De noche, luego, hablan entre ellos y coinciden. Están de acuerdo, quieren.

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