lunes, 7 de mayo de 2012

El escribiente*


Con el paso del dia empezó a confirmar lo peor de sus sospechas. Algo había cambiado unos meses atrás y recién ahora notaba la marca de ese acontecimiento. Un malestar que lo agobiaba hizo que se retirara antes de la redacción. Después de una breve comunicación a sus compañeros salió del diario y cruzó la calle rumbo a donde estaban las paradas de colectivo. Mientras cruzaba por la senda peatonal alzó la vista al cielo, donde las nubes pasaban rápidamente ante la estática presencia de las torres del centro de la ciudad. Busco el sol con la vista, pero las nubes y los edificios conspiraban para que no lo encontrara. A paso displicente y despreocupado cruzó la calle sin importarle la ciudad a su alrededor, no le interesa ya lo que pasaba en el espacio circundante.

Cuando subió al colectivo que lo llevada de regreso a su casa, buscó rápidamente un lugar donde poder sentarse. Ubicado en la ultima fila de asientos, del lado de la ventana, sacó un libro de Dostoievski. Desde hacia ya unos días siempre que viajaba leía de manera mecánica Noches Blancas del autor ruso. Mientras sus ojos recorrían las avejentadas paginas del libro, su mente divagaba por otros rincones. Recuerdos no lejanos bombardeaban desde adentro su cabeza intentando llamarle la atención. Expresaban cosas que quería ignorar, por lo menos hasta llegar a la privacidad de su hogar.

Tiempo atrás, mas o menos unos seis meses, su presente era distinto. Incluso el futuro imaginado en consecuencia era mucho mas brillante. Ahora ya no pensaba en el futuro de la misma manera. El devenir era cuestión desconocida y no le importaba. Sabia que había alguno, pero no le interesaba buscarlo. Todo llegaría en algún momento y si no llegaba, el no se preocupaba.

***

La idea de que el hombre como individuo tiene el control de lo rodea es una invención de la modernidad. Emergida triunfante después de las revoluciones de los siglos XVIII y XIX, la era moderna cambio la concepción de lo que anteriormente se conocía como destino. Previo a esto, la religión había acuñado el concepto de predestinación y deber en la vida mortal. Como consecuencia de dicha predestinación el hombre era un actor que cumplía con un libreto que le era escrito al momento de su nacimiento. La modernidad derrumbo esa concepción e impuso al hombre por encima de la naturaleza. Capaz de modificarla, de obtener los máximos beneficios , de predecirla, la humanidad fue creando un mundo en el cual todo era factible de ser controlado. Incluso el hombre a si mismo y a los demás”...

Puse un fragmento entero de la entrevista con Vladimir Stoivkov a modo de presentación y después resumí algunas ideas centrales antes de mandar la nota a los editores. No me gustaba nada escribir para el suplemento de cultura del diario, pero no me quedaba mas remedio. Después de que Cecilia se fue tuve que hacer horas extras y poner la mejor cara ante los pedidos.Ahora no podía darme el lujo de cambiar de trabajo, de salir a buscar suerte. No me sentía con la fuerza para hacerlo. Sin mas remedio acepté pasar a la sección cultural. Como dije, no me gustaba escribir para ese suplemento. No es que tuviera algo particular con la temática, mas bien era un rechazo a escribir para que los snobs tuvieran de que charlar mientras tomaban un café. No era la idea que yo tenia al empezar a hacer periodismo. Sin embargo, acepté simulando entusiasmo.

Después de tres meses escribiendo las crónicas de las exposiciones que se presentaban en Buenos Aires, el jefe de sección me mando a entrevistar al sociólogo húngaro Stoivkov. De paso por la ciudad para la presentación de un libro, su agente se puso en contacto con el diario para arreglar la entrevista. Me dieron la dirección del café donde seria el encuentro y el horario anotado en un papel amarillo.

Cecilia nunca me amó, me di cuenta poco tiempo después de que me dejara.  


* Bartleby, El Escribiente. Herman Melville

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