Me acuerdo cuando teníamos ocho años y nos tirábamos en el pasto mientras el sol explotaba y nos cubría del anaranjado color del atardecer. Yo miraba tus pecas, tu pelo que se movía sobre la frente, y quería agarrarte fuerte de la mano, abrazarte. Después te reías de algo que decía y asomaba la hilera de los dientes más perfectos, aparecía la sonrisa de la que me enamore tanto hace un tiempo.
0 comentarios:
Publicar un comentario