miércoles, 14 de marzo de 2012

Niñez

Alguna vez leí en algún lado que Nietzsche dijo que si se contempla un abismo demasiado tiempo uno acaba por ser parte de el. Hoy, mientras miro los peces y sus ojos dueños de una oscuridad absoluta son incapaces de emitir reflejo, pienso que es verdad.
Me acuerdo cuando teníamos ocho años y nos tirábamos en el pasto mientras el sol explotaba y nos cubría del anaranjado color del atardecer. Yo miraba tus pecas, tu pelo que se movía sobre la frente, y quería agarrarte fuerte de la mano, abrazarte. Después te reías de algo que decía y asomaba la hilera de los dientes más perfectos, aparecía la sonrisa de la que me enamore tanto hace un tiempo.

0 comentarios: