martes, 14 de junio de 2011

El cuento del perro

Raskolnikof estaba deprimido. Hacia días que una angustia profunda lo oprimía y lo llevaba a preguntarse cosas que lo deprimían aun mas. Un espiral decadente de descreimiento y apatía se hizo cargo de su personalidad. Hablaba poco y nada con otros seres humanos y un malhumor constante era la respuesta mas habitual a los estímulos externos.
Sentado en una tranquera contemplaba como el horizonte se dividía en dos, verde abajo; azul arriba. El movimiento de las nubes indicaba que el viento soplaba aunque era imperceptible para él. El meridiano de la primavera le traía aromas de eucaliptos y flores de campos que no podían verse pero que desde el horizonte despertaban los dormidos sentimientos de Raskolnikof.
Cuando empezaron a caerle las lagrimas y pudo sentir el gusto salado en la boca un perro pequeño, negro y blanco apareció detrás de el. Los dos intentaron reconocer las intenciones del otro en la mirada. El miserable Raskolnikof apartó la vista del perro, bajo de la tranquera para caminar unos 50 metros, cruzar el camino rural sentarse en el pasto del otro lado del sendero. El perro lo siguió y se echó junto a el.
Pasaron las horas y ahora el sol se perdía detrás de unos álamos. La noche despertó a los grillos que se sumaban al duelo que el desdichado Raskolnikof y el perro habían compartido toda la tarde. Un leve viento agitaba a las luciérnagas que se esforzaban por llevar adelante su ritual de apareamiento pese a la brisa que las separaba de sus amantes luminosas.
El perro, fiel ladero del despreciable Raskolnikof, se preguntaba que llevaba a ese hombre a tal agonía en vida. Era inentendible como prefería sufrir sus noches en lugar de correr por los campos como el lo hubiera hecho, disfrutando de la busqueda de emociones nocturnas como muchos humanos mas pequeños que juegan con la dualidad temor/aventura que les permite la huida del sol. Sin embargo no dijo nada y se limito a contemplar la miseria de un Raskolnikof que se ahogaba en su tragedia.
Perro creía que lo mejor ocurría de noche, en las largas noches en vela corriendo debajo de la luna. La búsqueda de amores, la adrenalinica inseguridad de no saber lo que podría ocurrir. La noche era el refugio de lo impensado , lugar para la imaginación y la reflexión, la pasión y la vida. Sin embargo a su lado sobresalía un monolito de carne apelmazada, cubierto de trapos que se pagaban a cualquier valor. Perro estuvo tentado a morder al inerte Raskolnikof.
Raskolnikof saco un celular del su bolsillo. Luego de una conversación extensa, cortó e incrementó el llanto. Perro lo miraba. - Claro, para vos es fácil. Seguro nunca perdiste nada que querías- balbuceó entre sollozos el desecho antes conocido como Raskolnikof.
Perro pensó en decirle que para él los años se multiplicaban por siete, que fue padre mas de diez veces pero nunca conoció a sus crias y que su ultima compañera habia sido destripada por un camión mientras él observaba del otro lado de la ruta, pero , que a pesar de eso disfrutaba de las noches bajo la luna.
Sonó el teléfono y el criminal Raskolnikof se levantó y huyó rápido en dirección a los álamos.

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