sábado, 11 de junio de 2011

Análisis de noticia: ¿haciendo lobby sectorial?

Clarín publica hoy una nota discutible desde todo punto de vista: http://www.clarin.com/mundo/contrastes-modos-produccion_0_497350436.html . En el contexto del brote de Escherichia Colli en Alemania, se plantea un debate entre dos diferentes modos de producción agraria. La nota esta centrada en la defensa de los cultivos transgenicos, principalmente la soja, y hace referencia a que la soja transgenica es “el principal producto de la economía argentina”.

Hagamos un poco de hermenéutica critica:

Hace medio siglo, el mundo asistía sorprendido a la “Revolución Verde”. La producción de alimentos estaba creciendo más rápido que la población humana. Aun cuando ésta seguía en expansión geométrica, la aplicación de nuevas técnicas en la agricultura permitió salir del paradigma del hambre a un tercio de la humanidad. La India, Pakistán, Filipinas zafaron del cepo del hambre gracias a las nuevas variedades de trigo y de arroz. Más el riego, los fertilizantes, y los agroquímicos que permitieron combatir insectos, malezas y enfermedades.
El ciclo fue coronado con el reconocimiento al científico Norman Borlaug, el “Padre de la Revolución Verde”, consagrado con el Premio Nobel en 1970. Pero no hay bien que dure cien años. Rachel Carsson, una escritora norteamericana, publicó su libro “La primavera silenciosa”. Planteaba que el uso de las nuevas tecnologías iba a producir la desaparición del género humano. Nacía el movimiento verde.



No es del todo cierto que el aumento de la producción lleve a la reducción del hambre. Según la FAO en un análisis para América Latina, a pesar de haberse incrementado la producción de cereales, solo en 2007 a los hambrientos se les sumaron 6 millones mas. Es decir, el hambre no es necesariamente consecuencia de la escasez de recursos, es mas bien a raíz de la falta de distribución de los alimentos y en parte debido al encarecimiento, el destino al mercado externo y la incapacidad conveniente de los Estados y los sectores privados.
La Revolución Verde abrió las puertas a la industrialización de la agricultura. A raíz de esto surgió el movimiento verde. No surgió como un emulador de los Luddistas del siglo XIX que se oponían al progreso del maquinismo, no fue una reacción anti “progreso”. Nació como respuesta a la contaminación, la depredacion de recursos naturales, la concentración de tierras, el desplazo de poblaciones de pequeños campesinos, el monopolio de las semillas. Estos países, particularmente la India ven con visión critica la Revolución Verde acusandola de posibilitar el enriquecimiento de grandes corporaciones a costa de la quiebra de los pequeños campesinos.
El autor menciona a los agroquimicos como los hacedores de la salvacion. Hoy, se consume el doble de agroquimicos que hace 40 años y la tendencia es creciente debido a la adaptacion de los organismos a los agrotoxicos. Muchos estos quimicos son simples reducciones de armas quimicas como el agente naranja o del cancerigeno DDT. Lo que escapa al analisis es que esos quimicos no son biodegradables o “amables con el medio ambiente” como dicen sus fabricantes.


Ese discurso ( el movimiento verde) ganó rápidamente adeptos entre los consumidores poco informados. La ignorancia no es patrimonio de los pobres. La seducción llevó también con velocidad a abrazar la idea de la “producción orgánica ”: es la que desafía a las nuevas tecnologías volviendo a los métodos del pasado. Sin agroquímicos, sin fertilizantes de síntesis química (sólo admite los naturales, como el estiércol o residuos orgánicos de otras actividades humanas). Y hasta sin maquinaria en las propuestas más extremas. Por supuesto, en la producción orgánica no tiene cabida la biotecnología , las famosas “semillas transgénicas” sobre la que se dijeron y escribieron calamidades.


Las calamidades que se dijeron, por ejemplo hicieron que la Union Europea no aprobara el cultivo dentro del continente de OGM (organismos geneticamente modificados). Desde 1998 no se aprobaba el ingreso de OGM, salvo una papa transgenica para uso alimenticio animal producida por Monsanto. Hubo que esperar al año pasado para que le comision de alimetacion de la UE aprobara 5 productos más, ratificando la prohibición de ser plantados en suelo europeo.
Se desconocen los efectos a largo plazo sobre la salud humana y las pruebas que se hicieron estuvieron rodeadas de una niebla de sospecha: denuncias de sobornos y presiones por parte de las empresas de OGM globales como Monsanto y Syngenta. Incluso hubo denuncias sobre presión de los Estados a los organismos públicos encargados de control. Ver el caso de Arpad Pusztai ( http://chilebio.cl/blog/?p=99 )
¿Existe algún problema con el uso de fertilizantes naturales?. Se ve que para el autor si lo hay. Sería interesante saber cuales son.

Es cierto que se puede producir “a la antigua”, como que también existen los autos clásicos, y el paseo en un carro durante un fin de semana en un hotel de campo. Pero todo esto es, indefectiblemente, más caro.


La dependencia del petroleo (la mayoria de los fertiizantes quimicos o el proceso de su fabricacion dependen o se basan en la destilacion de combustibles fosiles) encarece los agroquimicos cosntantemente, asociados los precios de estos al precio del petroleo. La adaptacion de los OGM a los pesticidas a los que son inmunes, ademas de la adaptacion de las plagas que estos combates obliga a aumentar año tras año el consumo de Glifosato ( Round Up en su nombre comercial mas conocido) cuyo precio está en aumento. Las semillas transgenicas son caras a largo plazo ya que en proporcion a las semillas tradicioneles generan gastos a largo plazo, como el consumo elevado de agroquimicos especificos y la desertificacion del suelo reduciendo la productividad.
No es verdad que sea efectivamente mas caro producir “a la antigua”. Que los precios en los supermercados sean mas altos no depende de eso.

Y ahora explotó una bomba: mientras se esperaba alguna calamidad por el uso de las nuevas tecnologías, el episodio de los brotes de soja orgánica en Alemania remarca el riesgo de las viejas. La Argentina fue el segundo país en aprobar la soja transgénica RR, en 1996. Sus detractores llevaron a causar un gran temor en los consumidores.
Hoy el 90% de la soja que se produce en el mundo es transgénica y no orgánica. No se reporta un solo caso de afectación de la salud ni en seres humanos ni en animales que la consumieron en forma directa, o a través de sus productos derivados como el aceite y la harina de alto contenido proteico


Un brote se soja organica contaminada con una bacteria no significa que el modelo de producción organicos sea peligroso. Otra vez la palabra calamidad.
En Argentina se impidió la sancion de la ley que obliga el etiquedo de productos que esten hechos con algún OGM, cuando saber el origen de lo que se come es un derecho reconocido en otros paises. Para lavarle la cara a la soja, Argentina tuvo en la crisis de 2001 un proceso marketinero donde se repartía leche y milanesas de soja a la poblacion. Nada se habla de las condiciones de produccion que llevan a que los casos de cáncer y enfermedades inmunologicias hayan aumentado en cercania y siguiendo el avance de la frontera de la patria sojera.
La proteína que contiene la soja es venenosa en dosis elevadas y no es de fácil asimilación del cuerpo humano por tratarse de un forraje. La leche de soja no debe ser suministrada a menores de tres años por su efecto nocivo y no se recomienda para el consumo humano. La soja puntualmente no es la solución para terminar con el hambre.

La soja es el principal producto de la economía argentina. Explica la mitad de las exportaciones y el cien por ciento del superávit fiscal. Es fundamental que la comunidad sepa que no es la soja argentina la que causó el brote de los brotes. Precisamente porque el sistema de producción de estas pampas es la antítesis del que desencadenó el desastre de Hamburgo.


Creo que queda muy clara la idea en este párrafo. Es fundamental que la comunidad sepa lo beneficioso del modelo sojero, pero que no sepa lo peligroso del consumo de la soja, lo dañino que es para la salud y el medio ambiente no solamente el modelo sojero sino de todo el modelo de agricultura industrial.

Referencias en:

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/03/02/ciencia/1267528282.html

http://www.rlc.fao.org/es/prensa/coms/2008/65.pdf

“El mundo según Monsanto”, Marie-Monique Robin, Ediciones Península, 2008 o su versión en documental.

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