miércoles, 26 de enero de 2011

Haití



Las calles pavimentadas de sangre que hicieron los Duvalier, Papa Doc y Baby Doc, ahora son cubiertas por moribundos de colera, hospitales de campaña donde van a morir miles de haitianos, y cascos azules y administrativos de la ONU. Los dictadores dejaron el país antes de 1990. Casi veinte años despúes Haití sigue siendo el enclave de pobreza del continente. La ayuda humanitaria nunca llega como debe, en el caso raro de que no se pierda antes en los cajones burocraticos o en las gargantas de los habladores de discursos.
Mientras, la gente hace tortillas con barro y sal para sobrevivir. Un grupo de famélicos y huesudos son retratados por fotográfos que poco tienen que ver y mucho por fotografiar. El presidente electo en la ultima elección que no fuera sospechada por fraudulenta, un ex sacerdote tercermundista que intentó acercarse a Fidel Castro y Hugo Chávez, está exiliado y su partido proscripto sin ninguna razón. El Baby Doc, cuyas fuerzas parapoliciales asesinaron y aterrorizaron, siguiendo los lineamientos que le dió su padre al delegarle la presidencia a los 19 años, tiene luz verde para volver al país. El guiño complice lo da la comunidad internacional de la mano de politicos locales. La gente parece ser que busca el menor mal conocido. Así la mayoría aprueba la vuelta del dictador bebé.
Si la muerte esta ensañada con esta isla trópical, por algo debe ser. Nunca se perdonó a Haití por haber sido una de las primeras colonias americanas en conseguir la emancipación de su metrópoli, junto con la herejía de proclamar la igualdad y abolir de hecho la esclavitud (cosa que los jóvenes EE.UU. no hicieron) . Si Toussiant Louverture hubiera imaginado el precio a pagar por ser los primeros en poner en marcha la maquinaria de la emancipacion en la tierra de la libertad de comercio, quizá no la hubiera encendido nunca. Tambien la historia fue dura con él: en muchas imagenes se lo hace blanco y vestido como noble.
Hoy los haitianos tienen sentencia de muerte, de pobreza y de sufrimiento desde nacimiento. Habría que preguntarse por qué las catastrofes de estos tiempos, climaticas por ejemplo, siempre pesan sobre los mas debiles, esos que ya estan condenados de antemano. Por ahi Nietzsche no erró , y Dios realmente ha muerto hace tiempo. Lo cierto es que el hombre escribe los guiones ante la ausencia de alguien mas, y a la vista de los hechos, siempre son los mismos los indios muertos en los tiroteos con los vaqueros.
¿Cómo se explicaría a un haitiano el por qué de su situación?. No podría lograr entender que es por el sistema capitalista mundial, o por lo menos sería muy complicado explicarle e intentar que comprenda que se escriben tesís sobre lo que pasa en la isla. Tampoco sería la respuesta que le gustaría escuchar. Aunque decirle que a nadie le interesa lo que pasa en Haití, mientras no se vea compremetido el ritmo de vida de los otros tampoco sería una contestacion razonable. No sería muy elegante tampoco decirle a un chico haitiano que cruzando las aguas hay otro mundo donde algunos de su edad tienen que recurrir a especialistas porque llevan exceso de calorias en su alimentacion y padecen de sedentarismo.
Chacales hambrientos con anteojos de sol negros y armas automaticas, sobresalen por encima de una mayoría vestida con harapos y promesas que no se cumplen. Las mayorias no solo deben soportar el hambre y el ostracismo, tambien son huerfanas de democracia. Los políticos desconocen su práctica. Aunque no es es para más, pasa lo mismo en la mayoría de los países de la región que fueron, y son, suelo donde se estrellan las bombas de la propaganda que decreta la democracia económica, pero no política y social. Como América Latina en su conjunto, la isla es un laboratorio donde se practican doctrinas económicas contrarias a las que promulgan: no hay redistribución, sino concentración; no hay empleo, sino inflación y fuga de capitales; no hay estabilidad, abundan las crisis que ponen de rodillas gobiernos y muertos pobres en los ataúdes.
Viendo el lado positivo, toda crisis es una oportunidad de negocio: ni los huérfanos haitianos escapan del marketing. Hay oportunidad también para las empresas extranjeras encargadas de la reconstrucción, la seguridad y el control. Lo fundamental es mantener a los desahuciados a raya, porque los pobres, se sospecha, tienen vocación de insurrectos. Todos pueden llevarse una porción de torta, que no es la de barro que se come en las calles. Esta torta se amasa en las oficinas de los organismos y suele dejar un color verde sobre los dedos.
Que pena por los condenados, que de tan condenados perdieron la esperanzas y aclaman al tirano. Que pena que haya escasez de revoluciones, de rebeldía, de inconformismo en un continente que es hijo, aunque no reconocido, de la emancipacion haitina. Que tristeza por Haití, que parece esos viejos abandonados en geriátricos a los que ya nadie va a visitar.

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