Lo único que seguirá es el tiempo, con ese
ritmo eterno e invariable. El resto de las cosas se esparcirá en la
profundidad del mar del devenir. Quedarán enterradas en la arena para
que sean redescubiertas como pasado en un futuro que no podemos
comprender. Todo esto es cíclico, forma parte de un movimiento que no
entendemos pero que está presente desde el comienzo, mutando en cada
acción, en cada creación y movimiento. Tan profundo es su accionar que,
incluso, nosotros mismos somos hojas en el viento, en esa corriente
temporal en la que flotamos la existencia. Y aunque muchas veces lo
relativizamos midiendolo según nuestro criterio, forma parte de la
inmensidad del tiempo del universo, un tiempo general, que no es otro
que el de las estrellas.
0 comentarios:
Publicar un comentario