lunes, 5 de agosto de 2013

MC

Ella tiene un fuego interno que arde con ira. Se flamea mientras el viento no puede apagarla, quizás también consumiendola, porque no puede creer en ninguna de esas cosas que la hacen feliz y piensa que está destinada al fracaso. Pero su fuego está, pulsa a través de sus ojos, en cada palabra dicha desde su interior. Siempre lo sentí, creo que era eso lo que me gustó de ella en un principio. Pero ahora que ya no estoy enamorado, ahora que puedo verla completa por fuera de mi idealización, vuelvo a sentir lo mismo. Espero que algún día pueda liberar ese potencial, que pueda verse tan capaz de ser feliz y de dar felicidad como se ve desde afuera; en definitiva que pueda creer en que ella misma es capaz de amar y de ser amada. Y que todo eso llegue en medio de una lluvia de primavera, esté donde esté, cuando logre articular los tiempos del sentimiento con los verbales, cuando pueda finalmente esculpir lo que está trabajando en sus adentros.

La veo con mas calma, como si estuviera aprendiendo a controlar ese fuego, sumergiendolo en el agua profunda de ciertos anhelos y ensoñaciones. Ojalá esa agua sea suficiente para permitirle soñar, completar el ciclo, y no la encuentre, como tantas veces, a mitad de camino entre la ensoñación y la realidad. Esta ultima tan cargada que por momentos dudo que haya creído en algo mas allá de sus propios pies.

Después de verla me siento tranquilo, feliz por ella y por notar el cambio en ciernes. Son pocas veces en la vida, como decía Borges, que un alma se encuentra con otra. Pero es evidente que de vez en cuando esas cosas pasan y se encuentran personas que se ven de manera distinta al resto. Y dejan de importar las etiquetas, los pasados o los presentes. Si no que son los momentos en los que las sonrisas afloran los que cuentan, y es la instancia definitiva donde uno siente que ha crecido, que ha dado un paso gigante  encontrándose con uno mismo. Porque, como en un espejo, todo lo sentido por otro, vuelve, irremediablemente, a ocupar el lugar dentro de uno donde fue gestado. Uno vuelve a ser yo.

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