viernes, 26 de agosto de 2011

Testigo

El camino tenia como cúpula un conjunto de arboles que entrelazaban sus ramas formando una catedral interminable bajo la cual ellos caminaban. Impacientes, rayos se luz atravesaban el follaje y rebotaban en el suelo, dándole un tono blanquecino a esa mañana.
Era el corolario perfecto para una temporada que se terminaba. Había llegado el momento de la devolución de pasados que los encontraba reunidos, caminando de la mano. Decían algo que no llegaba a entenderse. Y , aunque sus gestos y expresiones escondían lo que sentían, se podía ver la verdad flotando tras ellos.
Caminaron despacio, casi como aprovechándose mutuamente, compartiendo los pasos que daban en sincronía mientras inhalaban el aire que exhalaban.
Llegaron a un punto y rieron señalando un árbol, un ombú. Quizás compartiendo algún recuerdo él le soltó la mano y la abrazó. Ella se quedó inmóvil, pensando y devolvió tímidamente el abrazo.

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