sábado, 23 de abril de 2011

Aventura y desamor en la calle Palme ( o las desventuras amorosas de Iñaki Aranzaríbia)

El miedo ante la vuelta a experimentar sentimientos tristemente experimentados nos condena , por lo menos en principio a realizar un loop imaginario. En el vemos el posible desenlace dado que se repiten las condiciones y el dolor ante algo que aun no pasó, aparece.

Este parece ser el mecanismo emocional que rige la vida de Iñaki Aranzaríbia.
Para pasar de los paseos por los parques en primavera, hasta llegar a los inviernos autodestructivos de alcohol y drogas duras, solamente bastó una mujer. Con esto no quiero decir que la culpa de los males de Iñaki, visualizado aquí como muestra del colectivo “hombre común y corriente”, sea de “la mujer” en general o en particular. En todo caso, las condiciones psíquicas de Iñaki conjugan todo el paquete que reacciona ante una mujer que se siente complacida de joderle la vida. No corresponde al narrador juzgar si el incendio fue culpa de lo volátil del ambiente, o de quien arrojó el fósforo. Ni en que proporción se responsabiliza a cada actor.

Iñaki Aranzaríbia, como todo hombre enamorado, encendió la mecha de la bomba que tarde o temprano, dependiendo del largo de la misma , acabaría por explotarle en la cara desparramando los sesos sobre todo testigo que apreciara su lamentable estado emocional. Dicho con otras palabras, engendró un monstruo que no supo controlar: el ego de su pareja. Iñaki le llevaba el desayuno a la cama en una bandeja con forma de corazón, la iba a esperar a la salida del trabajo, la ayudaba con los diagramas que ella, estudiaba arquitectura, debía presentar. Iñaki dejó de ver a sus amigos para que ella no se enojara. Incluso Iñaki , llegando a imaginar los pensamientos de ella, planeaba salidas o encuentros o viajes o cualquier actividad social para luego cancelarla porque ella se podría llegar a molestar.
Con el paso de los meses, Iñaki se alimentaba y respiraba a través del cordón umbilical que lo conectaba a nuestra estudiante de arquitectura.
Ella no tardo en fijarse en otros tipos, cosa que Iñaki sabia en sus mas oscuros interiores. También lo sabia por sus ojos y sus oídos pero, como quien espera el milagro cuando cae un avión en picada, decidía renunciar a la aterradora y deformante realidad e invocar espíritus inexistentes. El espíritu en el caso de nuestro Iñaki era: yo la quiero, nadie la va a querer como yo, ella me dijo que me quería. Argumentos fáciles de rebatir, o inexistentes argumentos para alguien que tuviera los pies en la tierra y pensara con la cabeza. Iñaki pensaba con un órgano que no esta hecho para eso, ademas de que ignoraba lo que los otros sentidos le indicaban. No hay peor ciego que el que se arranca los ojos y se los entrega a su amante para que vea con ellos. Si, la quería, pero eso a ella eso le importaba poco. Ella también sabía que nadie nunca se arrastraría como el pobre Iñaki, cosa que no sumaba puntos para el bueno de Aranzaríbia. Que te guste una bebida, no impide que te emborraches con otra. Iñaki se había convertido en agua mineral ; la verdadera ingesta alcohólica estaba en otro lado.
El inconsciente o Iñaki interno de Iñaki no pudo dejar de emitir señales de alerta. Un día abandonó a su yo y la disfuncion encontró sitio donde cobijarse. A esa altura, ni siquiera representaba para ella algo mas que una galletita Tita entre el almuerzo, la merienda , la cena y el postre.
Para males de Iñaki, el inconsciente de ella la traicionaba cada vez mas seguido. Aunque en algunas oportunidades ella misma dejaba escapar fallidos, como para ir entrando en tema a Iñaki. Pero el se empecinaba cada vez mas en no ver nada. Finalmente, el ahogo y la falta de espacio fueron la causa oficial, se dejaba constancia en la ruptura.
Iñaki se encontró atrapado en el espacio. Peor que Odisea en el Espacio. No había compañeros ni HAL asesino, sino vacío. E Iñaki flotaba en el sin tener punto de referencia y objetos de los que afirmarse. Obviamente, las estructuras mentales se desmoronaron y la autodestrucción apareció como mecanismo que obrase símil a un objetivo. Tenia que hacerse mierda. No sabia porque , pero sentía la necesidad de hacerlo.
Como nadie quería hacerse cargo de un feto de unos 80 kilos, al que recién cortaron el cordón, el submundo de este antiheroe victima se fue reduciendo cada vez mas. Nuevas e ineficaces drogas imposibilitaban que Iñaki la olvidase. Continuaba llamándola y reclamándole que volviera con él.
Iñaki paso años sometido al castigo de las redes sociales que indicaban el alto grado de sociabilidad de su ex y el nivel paupérrimo de adaptación a la sociedad virtual que el llevaba.
Terminaría siendo una historia con final feliz si Iñaki conociera a otra mujer que lo sacará del pozo. Pero eso no sucedería. Conoció otras pero ninguna quiso sacarlo. Siempre es mas conveniente tener un esclavo que levante el ego en caso de necesitarlo. Y así Iñaki se transformó en un objeto de uso y abuso en una sociedad que no comprende a los hombres enamorados, se aprovecha de los tipos de buen corazón que levantan suspiros de idílicas adolescentes o de menopausicas cuarentonas y cree que la música de los 80 merece perdurar en la memoria.

La vida de Iñaki es un loop constante que oscila en volver a cometer los mismos actos con el miedo de saber a donde llevan pero sin la decisión de cambiarlos por miedo a que empeoren el futuro.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

siempre te gusto ese nombre, iñaki

Unknown dijo...

Si. Asé quiero ponerle a algunos de mis hijos. Cuando tenga, no?, en un futuro lejano espero. jaja

Anónimo dijo...

lo se.

Anónimo dijo...

tambien es apropiado para un perro. los perros son un como hijos. infantes eternos.

Unknown dijo...

Bueno, Iñaki, en tanto producto de mi imaginación, viéndolo de una manera quizá retorcida, es como mi hijo.
Me gustó: "infantes eternos". Supongo que debe tener alguna connotación negativa para la psicología, pero me siento uno de esos.
Barthes diría que un niño eterno es un enamorado eterno.
Yo me siento un niño eterno, y lo doy un significado positivo. Debe ser feo no serlo. El día que aceptamos que las cosas son como son, es el día que se muere nuestro niño eterno se me ocurre. ¿El día que dejamos de querer cambiar el mundo sucumbimos a la adultez?

Anónimo dijo...

¿no te parece demasiada responsabilidad cambiar el mundo para un niño? los niños no sueñan con cambiar el mundo. es es responsabilidad de los adultos cambiar el mundo para que los niños puedan seguir jugando y riendo, que es su principal mision: llevar la mirada llena de vida y felicidad, nada mas que eso, para que asi los adultos sientan que todo lo que deben hacer lo tienen que hacer por ellos.

Anónimo dijo...

ahi radica la nobleza del ifante... y de los perros tambien :D