domingo, 19 de enero de 2014

El gorila escondido.


And all you touch and all you see. Is all your life will ever be.
  

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En el experimento del gorila invisible se demuestra que el cerebro crea, o mas bien, recrea lo que espera que ocurra. Se basa en reconstrucciones de las experiencias previas de los sentidos, en las regularidades de la vida por decirlo de alguna forma. El experimento consistía en mostrar un partido de basquet a los sujetos a testear. Luego se les preguntaba si habían visto algo fuera de lo común o inesperado. Las respuestas fueron negativas. Luego se les mostraba el mismo video y se les indicaba que prestaran atención al gorila que aparecía en el costado de la cancha, en medio del publico. En ese caso sí podían ver el detalle, aunque el video era exactamente el mismo. 

Si yo estoy sentado y atrás mio hay una pared, aunque no la vea, mis sentidos le confirman al cerebro que ahí está. Y éste me asegura que hay una pared roja con una ventana donde hay un parque donde juegan gatos negros y blancos. Si alguien corriera la pared, mi cerebro no lo percibiría, porque no está dentro de las posibilidades que calcula. Entonces , quizás la pared desaparezca, pero para mí seguiría estando. Esto tiene una razón, producto de la evolución del cerebro humano. 

Nuestra capacidad para pensarnos a nosotros mismos , es decir, poder abstraer el pensamiento, es una rasgo distintivo de la especie humana. Hasta donde se conoce, somo la única especie que puede pensarse a si misma de una manera consciente. Para lograr esto la evolución nos despojo de mecanismos innecesarios. En comparación con diferentes especies, nuestros sentidos son pobres. La visión y el olfato, es considerablemente menor. Nuestro cuerpo es débil, nuestras crías dependen de nosotros hasta una edad considerablemente tardía en relación a otras especies. La supervivencia humana depende de la tecnología. Recientemente se ha estirado la expectativa de vida, superando la barrera de los 80 años en la mayoría de los países de occidente. Sin embargo, vale recordar que hasta el siglo XIX la expectativa de vida no era muy superior a los 40 años. Este salto responde principalmente a dos cosas: la industria  textil cuyo explosión en la revolución industrial dio abrigo, y la inclusión de los alimentos manufacturados como parte de la dieta de la mayoría de la población, relacionado con los avances en la preservacíon y el transporte de los mismos. Es decir, tecnología. Sin nuestro cerebro, hubiese sido imposible superar los seis mil millones de humanos.

Pero para que el cerebro pudiese desarrollarse hubo que limitar los sentidos. Se estima que se necesitaría un cerebro del tamaño de un auto solo para poder interpretar lo que diariamente se ve o todo lo que roza la piel, o todos los estímulos que recibimos a través del aroma. Semejante cerebro requeriría un suministro de sangre imposible para nuestro corazón. Ni pensar siquiera en la cantidad de nutrientes que un cerebro tan poderoso demandaría. Evolutivamente, nuestro cerebro es acotado por su cuerpo. Por lo menos este es el argumento de Bart Huges, quien en 1962 realizó una auto trepanación. Retomando una practica que ciertas civilizaciones de la antigüedad realizaron, se hizo un agujero en el cráneo con la finalidad de que al oxigenarse el cerebro, pudiera utilizar una supuesta mayor capacidad. Se ha considerado que cierto tipo de estimulantes de la corteza cerebral, sustancias como el peyote o el mezcal tienen efectos similares.

El experimento del gorila invisible muestra que para interpretar la realidad, es decir para ordenar y acotar el infinito de posibilidades y estímulos, realizamos una selección. Construimos un mundo alrededor de lo predecible, de lo que no esperamos que cambie. Un estudio reciente afirma que más del 90 por ciento de las actividades diarias las hacemos de manera mecánica: coquetear, hacer el amor, manejar, divertirnos, trabajar, hablar , escribir son parte de un proceso automático de nuestro cerebro. Al parecer hacer las cosas de una manera repetitiva genera que se activen ciertos receptores que nos producen bienestar. Lo anterior no significa que no aceptemos actividades nuevas, de hecho todo el tiempo sumamos nuevas tareas que el cerebro aprende y luego asimila como parte de lo cotidiano. Aprender a manejar, aprender a hablar, aprender a escribir, a leer. Está en nuestra forma de interactuar con el ambiente el habituarnos a él, lo que quiere decir, volverlo generalizable y predecible. Nunca espero ver un gorila en una cancha, por lo tanto no lo veo aun cuando esté.

Se puede decir analíticamente que armamos nuestro marco de referencia para pararnos en el mundo. Y este marco es interpretado por los sentidos. Esto nos lleva a asumir que hay cosas que dejamos por fuera. Esto implica tener una visión acotada, parcial de muchos fenómenos. 

Dudar de una realidad que se presenta mucho mas pequeña de lo que es, cuestionar, como lo hacen los niños, parece ser el ejercicio mas honesto que se puede realizar. Sobre todo cuando ni siquiera lo que está al alcance nuestro es lo real. Cuando el mundo adquiere tal incertidumbre, quizás sea bueno volver a la cita al comienzo de este articulo: todo lo que vemos y todo lo que tocamos es lo que somos. Lo que no; no. Philip Dick y Pink Floyd tenian razón.  

  

jueves, 16 de enero de 2014

Eventualmente.

Que preso es 
aquel que no 
puede escapar
de la realidad 
que se le impone.

Que presos aquellos
que no pueden
liberarse del miedo
de ser
libres.

Que presos ellos
que como nosotros
añoran
desde el otro lado
de la ventana.

domingo, 12 de enero de 2014

El futuro es un gato mas viejo que el tiempo.

La ultima vez que vi a Camila, la veía caminar dándome la espalda. Unos segundos antes había pronunciado unas palabras, lágrimas habían caído de sus ojos y se había dado vuelta. Las nubes grises cubrían el cielo y todo parecía estar detenido, expectante para, al momento indicado, retomar el movimiento habitual. La calle desierta se extendía, ella marchaba sin mirar hacia atrás, sin arrepentirse. A medida que se alejaba su figura iba perdiendo nitidez. La distancia que nos separaba eclipsaba su recuerdo. Algo parecido a la memoria iba deshilavandose.

Un gato negro se interpuso en la distancia que separaba la espalda de Camila y mi linea de visión. Cruzó la calle, pasó junto a ella sin notarla; ella tampoco reparó en el gato. Se detuvo en la vereda frente a mí, separado solo por siete baldosas de distancia. Mientras yo miraba al gato, Camila se alejaba cada vez mas, estaba a punto de doblar en la esquina y convertirse en una imagen difusa en mi vida. El gato retomó su andar, seguro de su propia inmortalidad. Tres baldosas lo separaban ahora. El mundo seguía inmóvil. Bajó la parte trasera del cuerpo y luego la delantera poniéndose en posición de cacería. Y me miró. Los ojos tenían una profundidad abismal, y el mismo color amarillo de la linea que separa ambos sentidos de la calle. Pude verme reflejado en sus ojos. Estoy seguro de que él también se miraba en los mios. Arqueó ligeramente hacia arriba el lomo, haciéndose mas pequeño. Se cubrió las patas delanteras con el rabo y sin dejar de mirarme esbozó un cambio en sus ojos, achicando las pupilas y liberando al ambiente cierta maldad ancestral. Luego esperó. Pacientemente expectante aguardó a que todo el temor que dentro de mi existía se expandiera. Tuve la sensación de que estaba alimentándose de eso. Podía escuchar el latido de su corazón al bombear la sangre a través del cuerpo. El ronroneo y el movimiento de las patas evidenciaban el placer que sentía al devorarme el miedo. Pero no se detuvo ahí. 

Iba perdiéndome, tal como se pierden las gotas que se deslizan sobre un ventanal húmedo. El gato entrecerraba los ojos extasiado. Yo no podía oponer resistencia ante mi propia desaparición. 

Aristoteles decía que el alma humana está compuesta por raciocinio, voluntad y pasiones; yo las sentía salir de mi cuerpo. La voluntad se la había llevado Camila. Ya eclipsada, mi alma estaba siendo alimento del gato que se llevaba raciocinio y pasión. El éxodo de las almas fuera de los cuerpos era consecuencia de los amores perdidos y de los gatos con ojos mas viejos que el tiempo mismo. Dónde van luego no sabría decirlo. Pero el cuerpo se siente extraño, liviano, pero a la vez con la sensación de un faltante. El alma es algo inútil, ¿pero seré yo capaz de prescindir de lo inútil?.