martes, 8 de enero de 2013

Asilo botánico al costado del río

Reflexiono sobre temas de asilo político  mientras camino bajo la sombra de unos sauces. A la derecha el río; a la izquierda un sendero con finas piedras grises que se impone al suelo verde cubierto por el pasto. Mas arriba, nubes y sol.

-Yo pediría asilo a los arboles. Me iría al destierro dentro de un bosque, pienso en voz alta mientras camino siendo un transeúnte más que pasa, otro que el río ve triste y meditabundo. Muchas otras veces estos problemas se solucionaban con algún viaje, físico o con la mente, cerrando los ojos o abriéndolos. Pero, ya desde el ultimo tiempo ninguna de estas formas de despejarme me han servido para tal fin. Lo que flota por mi razón es que yo tuve la culpa. Aunque siento que todo esto es amor, o lo queda, las esquirlas de lo que alguna vez tuvimos.

Me siento en el pasto y me recuesto fijando los ojos en algún punto mas allá de las nubes. Somos coleccionistas de fracasos. Siento que tengo ganas de llorar al pensar en ella y las inequívocas señales de que ya no soy a quien ella sonrie, besa. Y pienso que llevo también mucho tiempo fuera de mí. Siendo botánico, sé que para que las plantas crezcan debe darse libertad y retirar las viejas raíces que haya en la tierra. 

Un barco abre en mitades el vientre del río. Pienso que me gusta que los españoles llamen al río, ría. Porque no es sino atracción y sensualidad fluida, liquidez para enamorarse contemplando. Como ella.

Miro mi reloj, escondido en el bolsillo del saco. El tiempo pasa mas lento sin ella presente a mi lado, sentada frente mio, entre mis manos. Pero a la vez da la sensación de haberse convertido en una neblina densa, de difícil transitar al no tenerla para conversar cada final de día. 

Todavía el anhelo de vivir una vida simple y tranquila al lado de esta ría está presente. Siento como su afilada punta, mutada por el desasosiego clava mis interiores profundizando cada nivel, pero ensañada en donde se aloja mi memoria. Pero el anhelo ha estado mutando en alguna otra cosa, algo que desconozco, que evapora partes de mi cuerpo. Aunque las veo, se que no están, que desaparecen desplazadas al mas mínimo viento.

Hace un tiempo estoy pensando que el amor lo despoja a uno, haciendo que la ropa, la piel, la carne y los huesos se vaporicen dejando el resto visible. Ese algo que se ve es lo proporcional sentido en el amor. Y con ese algo, solamente, pido asilo en el bosque.

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