lunes, 7 de junio de 2010

To Kill The Child

El Estado de Palestina sufre un bloque comercial que solo le permite ingresar a su territorio bienes de primera necesidad, es decir, medicamentos, comida y alguna que otras cosas que los autores del bloqueo consideren como de necesidad.
El bombardeo y abordaje de los buques de bandera turca, en aguas internacionales por parte de tropas de elite israelíes abre un debate en la escena política internacional. O por lo menos, lo debiera. Pensemos: cual hubiera sido la reacción de la comunidad internacional en el caso de que el buque interceptado fuera de bandera israelí. No hay que ser demasiado perspicaz como para ver que existe una clara diferencia. Israel como aliado de las políticas exteriores de EE UU, y como uno de sus principales socios militares, goza del amiguismo de las organizaciones internacionales. Repito, pensemos en las críticas que, tal vez acompañadas algún que otro despliegue militar/circense, hubieran ocurrido en caso de ser otros los actores. A EE UU, por ej, le alcanza con conjeturas para lograr el apoyo necesario para invadir países.
Las comunidades de naciones son poderosas mentiras, maquinas económico políticas al servicio de los grandes intereses. Lo mismo de siempre, no descubrimos nada diciendo eso. El punto al que queremos llegar es demostrar como ya ni siquiera es necesario encubrir la mentira. No se necesita censurar, omitir, ocultar, tergiversar un hecho. Ya ni siquiera trabajan para eso. El 11 – S es un ejemplo de cómo a pesar de que la verdad oficial representa una mentira insostenible, no demostrable y falseable desde todo punto de vista, ganaron. Y siguen ganando. Ya no les hace falta engañarnos. Nuestra inacción es la mejor arma que tienen. El engaño dejo paso a la desilusión, a la aceptación de los hechos. Si lo pensamos, es triste. Pero todavía, hay algunos que eligen no creer para creer. La esperanza de poder cambiar las cosas esta en poder ver más claramente. Creemos que si todos pudiéramos ver el entre telón de esta obra de teatro, ver a los actores sin las mascaras y desprovistos ropa, veríamos lo decrepito de sus cuerpos y lo vacío de sus ideas. Entenderíamos que la mayoría de las cosas son una fachada para poder mantener la comedia andando. Si algún día lo hacemos, ya nadie compraría entradas para este teatro y la vida dejaría de ser una parodia de si misma.
Hay que dudar de todo, al modo de Descartes para poder oler y ver el pescado podrido que nos venden. Si vemos, como en Matrix, la falsedad de la realidad, estamos cada vez más aptos para cambiarla.